Es el eco, dulce: poemas de Mary Wollstonecraft Shelley

La doliente

¡Richmond! Su ira han desahogado durante cien años
en vos, y arruinaron tu amplia muralla,
tu una vez fuerte barbacana y tu salón principesco;
pero ninguna tronadora explosión, ningún ejército hostil ha roto
tu majestuoso torreón— ahí toda almena
y contrafuerte se sostiene, como cuando la llamada del Conquistador
despertó a tu hostil anfitrión, y miró con desaprobación
la escena en que el Swale mezcló salvajemente sus bellezas.
¡Majestuosa mole! Aunque los amigos, como tus paredes listas para la batalla, decaigan,
y las pasiones queridas, como tus señores, se vayan, enseñá esto a mi corazón:
a nunca inclinar mi cabeza ante los vaivenes de la fortuna,
y a desdeñar con tranquilidad los dardos envenenados de la infamia,
y todavía, como vos, sin doblarme, a enfrentar el inconstante día.

Publicado originalmente en la edición de 1830 de la revista anual The Keepsake (1829)

¡Bella Italia! ¡Todavía ilumina tu sol, tan brillante!

¡Bella Italia! ¡Todavía ilumina tu sol, tan brillante
como cuando sobre mí derramaba amor, esperanza y alegría!
La parte mortal de quien murió demasiado pronto:
junto a su humilde cama deseo descansar.

Escrito el 10 de setiembre de 1833, apareció por primera vez en el artículo «Newly Uncovered Letters and Poems by Mary Wollstonecraft Shelley», de Betty T. Bennett, publicado en 1997 en el número 46 del Keats-Shelley Journal

Canción

Cuando ya no esté, esta arpa que suena
profunda, con los tonos de la pasión,
colgará desafinada sobre mi túmulo sepulcral,
con las cuerdas rasgadas.
Entonces, mientras la brisa nocturna cubra
su solitario marco en ruinas,
buscará la música que de antaño vino
a recibir sus murmullos.

Pero vanamente soplarán los vientos de la noche
sobre todas las cuerdas;
muda como la forma que duerme debajo
descansará la rota lira.
¡Oh, memoria! Sé tu unción bendita,
vertida entonces en torno a mi cama,
como un bálsamo que ronda el corazón de la rosa,
cuando su flor ya hace tiempo se ha ido.

Publicado originalmente en la edición de 1830 de la revista anual The Keepsake (1829)

Tributo a vos, querida, consuelo de mi vida

Para Jane [Williams], con el Último Hombre

Tributo a vos, querido consuelo de mi vida.
No rechaces esta tu ofrenda de Mary;
un cuento de dolor, abundante en penas,
homenaje inapropiado, cercado de cipreses, llevo—
es el eco, dulce

Escrito el 23 de enero de 1826, apareció por primera vez en Mary Shelley: A Biography, de Rosalie Glynn Grylls (Londres: Oxford University Press, 1938)

La Vida es sueño

La marea del Tiempo estaba a mis pies,
fluía con calma, en parejo movimiento.
Con el corazón alegre mis ojos podían saludar
la llegada del reluciente océano,
hasta que en su completud una tormenta fatal
envolviera en sombras macabras la forma poderosa.

Entonces hacia atrás volvió el reflujo del Tiempo
mientras yo con ansiosos pasos lo perseguía,
y aunque la hora había perdido su mejor momento
e incluso cuando se ensanchaba la leve playa,
pasé bordeando la inconstante y fugaz rompiente.

Hacia atrás y más las aguas rodaron,
más rápido todavía retrocedieron las olas,
y enfriaron, ¡ay!, mis esperanzas,
mientras yo, prestando atención a la promesa trunca,
contemplo la desolada y desierta ribera,
y deambulo triste por la arena estéril.

Escrito el 26 de julio de 1833, fue publicado por Jean de Palacio en 1969


La imagen que acompaña la entrada es una ilustración de las ruinas de las abadías de Yorkshire (1883) de William Lefroy.


3 respuestas a “Es el eco, dulce: poemas de Mary Wollstonecraft Shelley”

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